Había una vez una caracola que se llamaba Carola.
Todos los días se acercaba a la orilla a jugar con los niños.
Pero la caracola Carola no era tan bonita como otras conchas.
Por eso los niños se acerban con su cubo y nunca nadie recogía a Carola.
Ella se puso muy triste, porque nadie jugaba con ella y se fue a un rompeolas a llorar.
Entonces vino una ola muy grande y Carola se la tragó enterita.
Al día siguiente una niña fue a la playa y al ver a la caracola le entró curiosidad y la cogió.
Acercó a Carola a su oído y se llevó una sorpresa muy grande.
¡Podía escuchar las olas del mar!
Se la enseñó a todos sus amigos y desde entonces todos querían jugar con Carola.

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